Hoy, en esta nuestra loca agencia
de noticias, tenemos el placer de contar con la compañía de un famoso
doctor que lleva, a lo poco, más de cien años entre probetas, ideando
fórmulas y dedicando su vida a la ciencia. Este mago de la alquimia
recibió el beso de la fama cuando consiguió sintetizar un fármaco que
actuaba directamente en la mente del paciente, con objeto de modificar
radicalmente su comportamiento. Así, con cada toma, el paciente se
volvía inofensivo y bondadoso, desactivando por completo su lado más
malévolo y pernicioso. Como nuestro invitado es muy honrado, decidió
probar en sí mismo su propia invención y, al ser un prototipo en fase de
desarrollo, la cosa no acabó muy bien. No obstante, esperamos que hoy
nos brinde una conversación amena y atenta y nos cuente un poco qué fue
de él. Si aún no intuyen quién es nuestro personaje, se sorprenderán al
descubrir que estamos hablando de dos personas en una sola.
Efectivamente, nuestro invitado de hoy es ¡el Dr. Jekyll y su alter ego el señor Hyde!
P: ¡Muy buenas, doctor Jekyll! Creo que es la primera entrevista que usted realiza, ¿cómo se siente?
R: Ehm,
hola señorita, pues si le soy sincero, no muy cómodo, no me gusta
abandonar mi laboratorio... pero suponía que este día tendría que
llegar.
P: ¿Por qué se siente incómodo? ¿Le hemos pillado ocupado en alguno de sus experimentos?
R: Bueno,
no exactamente... aunque sí, ya sabe que llevo años enfrascado en la
búsqueda de una cura para mi...''problema de comportamiento'', y siento
que el tiempo se me acaba.
P: ¿Qué le impulsó a crear esa cura y a probarla en usted mismo?
R: Bien,
de joven me di cuenta de que la mente del ser humano tiene un
componente bondadoso y un componente maléfico, que están en constante
lucha. Como joven emprendedor que era, me decidí a encontrar una pócima
que lograra separar ambos comportamientos, para potenciar el bondadoso
en detrimento del malo. ¿Por qué lo probé? bien, simplemente era lo que
me parecía más moral, pero eso me llevó a sufrir una serie de
secuelas... la fórmula no estaba del todo depurada y tenía justamente el
efecto contrario al deseado. Gajes del oficio, ya sabe usted.
P: Y, ¿cómo afrontó esas consecuencias?
R: No
puedo afrontarlas, simplemente me queda resignarme hasta encontrar una
cura... cuando el señor Hyde se apodera de mi mente, la persona con la
que usted está hablando ahora pierde todo control sobre sí misma. Y eso
no es todo, Hyde no quiere ser destruido, por lo que siempre pone patas
arriba mi laboratorio y quema mis avances, lo cual me ralentiza
bastante.
P: Hasta ahora, ¿en qué se basaban las curas que había creado para detener al señor Hyde?
R: Verá
usted, conseguí dar con un antídoto a base de una sal que me hacía
volver a mi forma original. Pero con cada transformación Hyde se vuelve
más fuerte y me es más complicado volver a mi ser... además, la sal se
me agota y sospecho que los nuevos cargamentos que me llegan son aún más
débiles que los que ahora uso, con lo cual mucho me temo que...
disculpe, no me encuentro muy bien...
P: Doctor Jekyll, tiene usted muy mala cara, ¿se encuentra bien? ¿necesita agua?
R: ....
¡lo que necesito es que este pánfilo me deje en paz de una vez! qué
aburrido es, que si fórmulas, que si cura, que si moral... ¡menos mal
que me tiene a mí para darle vida a su triste existencia!
P: ¡DIANTRES! ¿Qué ven mis ojos? ¿Es usted, señor Hyde?
R: Por
supuesto que soy yo, ¿quién sino? Jekyll no es más que una mera
máscara, ¡yo soy el verdadero!. Le apuesto veinticinco peniques a que
antes de fin de año ese desgraciado será historia. Hablando de peniques,
¿le apetece tomar un trago?
P: Me temo que no, señor Hyde, estoy trabajando. Pero me interesa mucho su opinión, ¿qué tiene que decirnos?
R: ¿Que
qué tengo que decir? Nada, absolutamente nada, pero sí tengo mucho por
hacer señorita, ¿dónde queda la estación de tren más cercana? ¡¡Necesito
llegar a ese maldito laboratorio y quemar unos cuantos documentos,
jajajaja!! ¿Quiere acompañarme? será divertido, lo prometo, podríamos
comprar algo de tabaco y unas botellas de brandy, ¿tiene cambio? qué
demonios, ¡atracaremos la tienda!
P: Lo
siento mucho, pero no puedo aceptar su oferta, no es mi estilo. Antes
de que usted se vaya a crear el caos por la ciudad, me gustaría hacerle
una pregunta más, ¿nunca ha pensado en ser un hombre decente como su
creador, el doctor Jekyll?
R: ¿Decente?
¿Qué es eso? Si se refiere a pasarme toda la vida encerrado entre
cuatro paredes obsesionado con números y letras, ¡preferiría la muerte!
Para mí, el caos es la vida, es mi opción vital, necesito estar
continuamente causando daño, me encanta ser el ácido que corrompe esta
sociedad tan ''civilizada''. Es más, le diré una cosa señorita, estoy
planeando.... ¡Maldita sea, otra vez ese insulso del doctor Jekyll!
(tose)
P: Me
alegra volver a verle, doctor Jekyll. Después de esta breve pero
intensa entrevista con el señor Hyde, hemos podido conocer un poco más
las penurias por las que debe atravesar día a día, luchando con la peor
parte de sí mismo. Dígame, ¿se arrepiente de su experimento?
R: Me
arrepiento de haber desencadenado al señor Hyde pero no me arrepiento
en absoluto de haber experimentado, pues si algún día consigo el
antídoto adecuado, conseguiré avanzar hacia la verdad, como todos los
buenos científicos intentamos hacer. Aún tengo esperanza en encontrar la
cura que acabe de una vez por todas con todos los señores Hyde del
mundo. Muchas gracias por la entrevista, señorita. He de retirarme a
descansar para poder seguir trabajando durante la noche.
P: Gracias
a usted, doctor Jekyll, por sus amables respuestas. Nos alegramos de
haberle conocido, aunque no podamos decir lo mismo del señor Hyde
(risas)
Inspirado en el libro: “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde“
de Robert Louis Stevenson.
Inspirado en el libro: “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde“
de Robert Louis Stevenson.
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