jueves, 16 de enero de 2014

Entrevista al Dr. Jekyll y el señor Hyde.

Hoy, en esta nuestra loca agencia de noticias, tenemos el placer de contar con la compañía de un famoso doctor que lleva, a lo poco, más de cien años entre probetas, ideando fórmulas y dedicando su vida a la ciencia. Este mago de la alquimia recibió el beso de la fama cuando consiguió sintetizar un fármaco que actuaba directamente en la mente del paciente, con objeto de modificar radicalmente su comportamiento. Así, con cada toma, el paciente se volvía inofensivo y bondadoso, desactivando por completo su lado más malévolo y pernicioso. Como nuestro invitado es muy honrado, decidió probar en sí mismo su propia invención y, al ser un prototipo en fase de desarrollo, la cosa no acabó muy bien. No obstante, esperamos que hoy nos brinde una conversación amena y atenta y nos cuente un poco qué fue de él. Si aún no intuyen quién es nuestro personaje, se sorprenderán al descubrir que estamos hablando de dos personas en una sola. Efectivamente, nuestro invitado de hoy es ¡el Dr. Jekyll y su alter ego el señor Hyde!




P: ¡Muy buenas, doctor Jekyll! Creo que es la primera entrevista que usted realiza, ¿cómo se siente?

R:  Ehm, hola señorita, pues si le soy sincero, no muy cómodo, no me gusta abandonar mi laboratorio... pero suponía que este día tendría que llegar.


P: ¿Por qué se siente incómodo? ¿Le hemos pillado ocupado en alguno de sus experimentos?

R: Bueno, no exactamente... aunque sí, ya sabe que llevo años enfrascado en la búsqueda de una cura para mi...''problema de comportamiento'', y siento que el tiempo se me acaba.

P: ¿Qué le impulsó a crear esa cura y a probarla en usted mismo?

R: Bien, de joven me di cuenta de que la mente del ser humano tiene un componente bondadoso y un componente maléfico, que están en constante lucha. Como joven emprendedor que era, me decidí a encontrar una pócima que lograra separar ambos comportamientos, para potenciar el bondadoso en detrimento del malo. ¿Por qué lo probé? bien, simplemente era lo que me parecía más moral, pero eso me llevó a sufrir una serie de secuelas... la fórmula no estaba del todo depurada y tenía justamente el efecto contrario al deseado. Gajes del oficio, ya sabe usted.

P: Y, ¿cómo afrontó esas consecuencias?

R: No puedo afrontarlas, simplemente me queda resignarme hasta encontrar una cura... cuando el señor Hyde se apodera de mi mente, la persona con la que usted está hablando ahora pierde todo control sobre sí misma. Y eso no es todo, Hyde no quiere ser destruido, por lo que siempre pone patas arriba mi laboratorio y quema mis avances, lo cual me ralentiza bastante.

P: Hasta ahora, ¿en qué se basaban las curas que había creado para detener al señor Hyde?

R: Verá usted, conseguí dar con un antídoto a base de una sal que me hacía volver a mi forma original. Pero con cada transformación Hyde se vuelve más fuerte y me es más complicado volver a mi ser... además, la sal se me agota y sospecho que los nuevos cargamentos que me llegan son aún más débiles que los que ahora uso, con lo cual mucho me temo que... disculpe, no me encuentro muy bien...

P: Doctor Jekyll, tiene usted muy mala cara, ¿se encuentra bien? ¿necesita agua?

R: .... ¡lo que necesito es que este pánfilo me deje en paz de una vez! qué aburrido es, que si fórmulas, que si cura, que si moral... ¡menos mal que me tiene a mí para darle vida a su triste existencia!

P: ¡DIANTRES! ¿Qué ven mis ojos? ¿Es usted, señor Hyde?

R: Por supuesto que soy yo, ¿quién sino? Jekyll no es más que una mera máscara, ¡yo soy el verdadero!. Le apuesto veinticinco peniques a que antes de fin de año ese desgraciado será historia. Hablando de peniques, ¿le apetece tomar un trago?

P: Me temo que no, señor Hyde, estoy trabajando. Pero me interesa mucho su opinión, ¿qué tiene que decirnos?

R: ¿Que qué tengo que decir? Nada, absolutamente nada, pero sí tengo mucho por hacer señorita, ¿dónde queda la estación de tren más cercana? ¡¡Necesito llegar a ese maldito laboratorio y quemar unos cuantos documentos, jajajaja!! ¿Quiere acompañarme? será divertido, lo prometo, podríamos comprar algo de tabaco y unas botellas de brandy, ¿tiene cambio? qué demonios, ¡atracaremos la tienda!

P: Lo siento mucho, pero no puedo aceptar su oferta, no es mi estilo. Antes de que usted se vaya a crear el caos por la ciudad, me gustaría hacerle una pregunta más, ¿nunca ha pensado en ser un hombre decente como su creador, el doctor Jekyll?

R: ¿Decente? ¿Qué es eso? Si se refiere a pasarme toda la vida encerrado entre cuatro paredes obsesionado con números y letras, ¡preferiría la muerte! Para mí, el caos es la vida, es mi opción vital, necesito estar continuamente causando daño, me encanta ser el ácido que corrompe esta sociedad tan ''civilizada''. Es más, le diré una cosa señorita, estoy planeando.... ¡Maldita sea, otra vez ese insulso del doctor Jekyll! (tose)

P: Me alegra volver a verle, doctor Jekyll. Después de esta breve pero intensa entrevista con el señor Hyde, hemos podido conocer un poco más las penurias por las que debe atravesar día a día, luchando con la peor parte de sí mismo. Dígame, ¿se arrepiente de su experimento?

R: Me arrepiento de haber desencadenado al señor Hyde pero no me arrepiento en absoluto de haber experimentado, pues si algún día consigo el antídoto adecuado, conseguiré avanzar hacia la verdad, como todos los buenos científicos intentamos hacer. Aún tengo esperanza en encontrar la cura que acabe de una vez por todas con todos los señores Hyde del mundo. Muchas gracias por la entrevista, señorita. He de retirarme a descansar para poder seguir trabajando durante la noche.

P: Gracias a usted, doctor Jekyll, por sus amables respuestas. Nos alegramos de haberle conocido, aunque no podamos decir lo mismo del señor Hyde (risas)

Inspirado en el libro: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde
de Robert Louis Stevenson.

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